La pandemia de COVID-19 disparó la demanda del comercio electrónico, lo que provocó la escasez de mano de obra. Las líneas de productos almacenadas y suministradas pueden cambiar de tamaño y forma en poco tiempo, y la actual escasez de espacio para almacenes e industrias complica la situación. Los cambios en las prácticas de distribución, los errores humanos que causan retrasos en las entregas, los procesos redundantes que cuestan tiempo y dinero, y la atracción y retención del personal en el actual panorama inflacionario no hacen más que añadir leña al fuego.

Una plantilla productiva y motivada es el mayor activo de un almacén. Por ello, encontrar y retener a las personas adecuadas es el principal reto al que se enfrenta. La reducción del mercado laboral, junto con la pandemia de COVID-19, ha tenido consecuencias nefastas para el sector

Los operarios de los almacenes están más presionados que nunca para tramitar los pedidos de forma eficiente, por lo que contar con soluciones de ejecución rápidas y flexibles es una prioridad fundamental. Los equipos directivos deben evaluar las posibilidades que ofrecen las tecnologías colaborativas y los sistemas de automatización para almacenes, si quieren mantener la competitividad y aumentar la eficiencia.